Autonomía
y responsabilidad
Educar.
Enseñarles a ser autónomos es darles la capacidad de valerse por si
mismos.
Desde
que el niño nace se produce un proceso progresivo de búsqueda
de autonomía por parte del niño.
El
niño cuando crece empieza a buscar su propia autonomía y los
padres le ayudan en esa búsqueda, en ocasiones sin ser muy
conscientes de ello. Cuando ayudamos a nuestros hijos a andar o a
decir sus primeras palabras, estamos fomentando su autonomía ya
que les estamos ayudando a ampliar su capacidad de actuación y a
valerse por sí mismos.
Paulatinamente,
los padres debemos dejar de ser imprescindibles para nuestros
hijos. Poco a poco les
animaremos a que tomen sus propias decisiones
y les permitiremos
que se equivoquen
para que aprendan de sus propios errores.
Es
fundamental enseñarles a responsabilizarse de sus actuaciones y
de sus decisiones.
Cuando
el niño llega a la
adolescencia se produce una ruptura de la dependencia psicológica
de los hijos respecto a sus padres.
Es muy importante que nuestros hijos lleguen a esta etapa con
cierto desarrollo de su autonomía y con una idea clara de que han
de responsabilizarse de sus actos y decisiones, si no es así
podemos crear a jóvenes inmaduros e inseguros, incapaces de
enfrentarse a los problemas.
Hay
muchas decisiones que tomamos por nuestros hijos y que
perfectamente podrían tomarlas ellos, desde elegir la ropa que se
van a poner a negociar el reparto de algunas tareas del hogar con
sus hermanos.
Obviamente
todas las decisiones
han de estar supervisadas por los padres,
cuando creamos que cometen alguna equivocación debemos
aconsejarles y explicarles las posibles consecuencias de sus
decisiones pero no debemos imponerles las nuestras.
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Los
padres podemos ir estimulando la autonomía de nuestros hijos desde
que éstos son pequeños, en
distintos ámbitos
como pueden ser: Las tareas del hogar, las tareas escolares, el
aspecto y aseo personal, la vida social, etc.
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En lo que se refiere a las tareas
académicas, es muy
importante tener en cuenta que bajo ningún concepto debemos hacer
los ejercicios por ellos. Es bueno que les animemos a que resuelvan
sus dudas utilizando diccionarios, enciclopedias o consultando en
Internet, ya que de esta manera empezarán a ser autosuficientes y no
dependerán tanto de nosotros.
Cuando
nos planteen dudas sobre el porqué de las cosas, podemos
invitarlos a que razonen y que expongan las conclusiones a las que
llegan por sí solos,
unas veces acertarán y otras muchas no, pero es bueno que intenten
buscar ellos mismos la solución.
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Respecto a las tareas
domésticas, es muy
positivo que los hermanos acuerden un reparto del trabajo y que se
responsabilicen de su parcela. Los padres velaremos porque no se
produzcan agravios comparativos en estos repartos pero dejaremos la
iniciativa a nuestros hijos.
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También es importante estimular su autonomía
social, permitiendo
que vayan a pasar el día a casa de amigos o que éstos vengan a
nuestra casa, que se reúnan con amigos y organicen juegos y
actividades para hacer con ellos.
Esto
hará que aprendan a desenvolverse en sociedad. Por supuesto cuando
nuestros hijos nos planteen planes o deseos respecto a cosas que les
gustaría realizar, no debemos desanimarles sino estimularles
y empujarles a que cumplan sus ilusiones.
Por
ejemplo, si quieren apuntarse en un equipo de fútbol o en un grupo
de teatro o aprender a tocar algún instrumento debemos apoyarles y
no poner pegas, aunque creamos que no tienen facultades para ello.
Siempre
es bueno dejar que los niños tomen iniciativas y luchen por lo que
desean.
Es
fundamental reconocer su esfuerzo y felicitarles por sus logros,
no quitar mérito a éstos por pequeños que sean. De esta manera,
los pequeños estarán cada vez más motivados para intentar nuevos
retos.
Que
vayamos concediendo paulatinamente autonomía a nuestros hijos no
significa que dejemos de ejercer un cierto control sobre ellos.
Los
padres deben dejar hacer a sus hijos pero supervisando lo que hacen y
teniendo siempre conocimiento de las tareas que realizan.
En
lo que se refiere a sus estudios,
en los primeros años escolares conviene planificar con ellos las
tareas, a medida que crezcan les dejaremos que hagan sus tareas sin
nuestra presencia, pero les visitaremos por si tienen alguna consulta
que realizarnos y para interesarnos por los avances realizados o por
las dificultades que encuentren en sus estudios.
También
supervisaremos sus
actividades de ocio y sus amistades,
para evitar situaciones que puedan ser negativas para nuestro hijo.
Está bien que les preguntemos sobre sus actividades de ocio,
interesarnos de cómo se los han pasado en el cumpleaños de su amigo
o qué tal ha ido la excursión que ha realizado con el colegio, pero
no debemos agobiarlos, en ocasiones es mejor dejar que sean ellos
mismos los que nos cuenten sus cosas cuando les apetezca.
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